23 de enero de 2008

The Darwin Awards

Y más allá de la peli, que no está mal, aunque lo mejor es que los casos que se presentan son reales y la página http://darwinawards.com/ da mejor ejemplo de qué es de lo que tratamos, os voy a contar la anécdota del día:
Un día normal, me levanto, desayuno, leo un rato, me arreglo, como, salgo de casa con una bolsa en la mano derecha, mi bolso colgado al hombro, las llaves de casa en una mano y las del coche en la otra. Cierro la puerta de casa y meto las llaves en el bolso. Mi coche, en este caso el de mi novio, que me ha prestado hasta que pueda recoger el mío del taller, está aparcado justo en la puesta. Dejo la bolsa en el maletero, y me aseguro de cerrarla bien, pues está algo floja y ya me pasó el otro día que se abrió de repente y tuve que dar un frenazo para que se cerrara en marcha. abro la puerta del consuctor y dejo el bolso en el asiento del copiloto y meto la llave en el contacto. En ese momento me di cuenta de que se comienzan a acumular un montón de papelitos de caramelos de Respiral en la puerta del conductor y opto, ya que voy con tiempo al trabajo, a tirarlos en ese mismo momento en el contenedor de basura que tengo justo enfrente. Salgo del coche y tiro los papeles. Al volver la puerta se había cerrado de un portazo, con tan mala fortuna que ha saltado el seguro y se ha cerrado sola, con todas mis posesiones dentro. No puedo llamar a nadie porque mi móvil está dentro de mi bolso que se ha quedado en el asiento dle copiloto. No puedo subir a casa porque las llaves también están dentro. Si me cuelo en mi propia casa, ni manera de salir porque he cerrado la puerta con llave y la otra copia la tiene mi chico. En fin, que las cosas se ponen difíciles.
Aparecen dos chicas por allí, que se les cocurre que me acerque a la obra que hay al comienzo de mi calle a ver si algún obrero me puede echar una mano. Pero es la hora de comer y allí no queda nadie. Decido ir a la heladería de la playa, de camino me encuentro con un vecino, que me asegura que golpeando la puerta el seguro vuelve a su posición y puerta se abre. Después de comprobar que no es así me aconseja que me acerque al taller de Renault que ahí cerca. Pero cuando llego me dicen que se están llendo a comer y que me tengo que esperar a las cuatro de la tarde, que vaya avisando a la grúa. A mí me pareció una medida excesiva para un seguro atascado.
Como no se me ocurre una idea mejor me meto en el chalet de enfrente, cojo una hazada del jardín e intento forzar la puerta. Pero la puerta no cede. Lo mejor es que ante mi desesperación decido romper una ventana, con la hazada, y no hay manera, despues del primer golpe aquello no parece que sea tan fácil de romper. Y ningún vecino asoma para ver qué produce el ruido.
En fin, que mi vida no ha corrido peligro, pero la estupidez bien vale un post.
P.D. Sí conseguí romper el cristal, pero claro, como no podía ser menos, está por renovarse el seguro y por pasar la ITV con lo que espero que no me paren los picoletos.
P:D. ¿Y tendrá algún significado cósmico que en el capó del coche y observando de forma inquietante toda la escena hubiese un saltamontes gigante en verde fosforito?

3 comentarios:

interpreta-sones dijo...

rompiendo la ventanilla del coche con una azada... no he leído el último de reverte, pero el título del libro quedaría perfecto para tu anécdota!!

Anónimo dijo...

¿Dónde estaba el segundo juego de llaves? (matarile, rile, rile).
Raúl tiene razón! Te viene al pelo el último de Reverte.
Con Reverte...ahí me has dao.

Anónimo dijo...

lo dicho, el ibiza no te lo dejo!!!!!!!


:)