7 de julio de 2009

La buena nueva. Helena Taberna

Cada nuevo episodio de la guerra se tilda de "otra película sobre la Guerra Civil" y sin embargo no nos cansamos de ver pelis sobre guerras yanquis. Si nosotros no nos ocupamos de nuestra historia... Así que sí, apoyo el cine español, el que trata de la guerra y lo demás. Y la guerra, casi cien años después, sigue resultando problemática, que si mejor no abrir heridas, dicen unos, que si la memoria se la debemos a los muertos, dicen los otros. No me imagino en alemania a nadie diciendo que no quiere hablar del Holocausto porque se levantan heridas, que es mejor dejarlo, no saber quiénes murieron, ni dónde están, ni qué pasó realmente en cada caso, ni qué pasó con su dinero o si se robaron sus hijos (en España la cifra podría rondar los 200.000, pero no ha habido investigación). No me puedo imaginar comentarios así, con total normalidad, en Argentina o en Chile, que fue una época oscura y que todo el mundo cometió errores: bueno, pues uno lo hacían desde una dictadura, con armas y con ayuda nazi y los otros con población civil y en apoyo de la democracia y la libertad. Así y sin pensarlo mucho no sé si es "exactamente" lo mismo. Así que sí, podemos quejarnos de que los fascistas son malos malos, tampoco recuerdo que salgan nazis muy buenos en pelis yanquis, y no es que salgan haciendo cosas extrafalarias y fuera de la realidad: mataban sin juicio previo, a civiles, a las mujeres las rapaban el pelo y las hacía beber aciete de ricino y las paseaban por el pueblo para escarnio público, los muertos se quedaban en la cuneta, "para acojonar" al resto, y la iglesia se puso del bando ganador, con misas en las que sonaba el himno nacional y se hacía el saludo fascista. Si mostrar eso hace que los malos parezcan muy malos, va a ser que lo fueron. Lo único lamentable es que las actuaciones de la pareja protagonista ha quedado floja, aunque destacan algunos personajes secundarios, como el obispo, que parte de aconsejar ser el más rojo del pueblo para ganar feligreses a enfadarse por llevar la contraria a la falange; o la pobre madre orgullosa de que su hijo vaya al frente y destrozada cuando se lo devuelven vegetal y en silla de ruedas. Me ha resultado especialmente emotivo el padre que va a ejecutar y prefiere no confesarse porque el no se arrepiente ni de ser republicano ni de ser vasco, elemento que sale de refilón y que hubiese sido interesante una mayor profundidad. Espero que pronto se lleve al cine la novela de la Grandes, me imagino que de difícil financiación porque trata de un tema tremendamente delicado: de cómo hubo parásitos que se aprovecharon de la desgracia ajena para hacer negocio, robando sus casas (habría que ver cuántos propietarios legítimos quedan en el Viso de Madrid) y creando el nuevo y floreciente panorama empresarial del que somos herederos.

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