24 de julio de 2009

Libero. Kim Rossi Stuart

Tierna mirada del concepto de familia desde el punto de vista de un niño de once años. Es cierto que llegamos a un punto en nuestro crecimiento que miramos a nuestros padres con la distancia suficiente como para saber que no son más que personas, míseras, débiles, como todos, y que la obediencia sin más ya no tiene cabida. Pero como decía mi abuela, que era una mujer sabia, a las personas no se las quiere por sus virtudes, sino por sus defectos, así que ahí está Tomaso, viendo a su padre llorar, perdonando a su madre a pesar de que sabe que se va a volvera ir, y asumiendo que si su padre quiere que juegue de líbero, su sueño de ser centrocampista es secundario. Muy emotiva, otra buena película que se nos pierde entre títulos del montón, ¿en serio a alguien le interesa un perro en Beverly Hills?

1 comentario:

Vico dijo...

Esta película es una de las más hermosas y emotivas que ví...
Además, adoré las actuaciones del chico y el padre....
¡Genial! :D