Pintors Universals: Jan Davidz de Jeem
Hace 1 año
No todos los libros de un gran autor pueden ser estupendos. Este no lo es. Mantiene su línea de humor ácido pero no llega a ser la crónica de una época. Quizá explique el sentimiento de un grupo de personas en un momento determinado, progres catalanes que se reubican con el auge de los nacionalismos antes de las olimpiadas, pero sin duda la crónica de una época suele ser algo más complejo, quizá incluso algo más metafórico, porque deja fuera el nihilismo que respiraban las nuevas generaciones sobradamente preparadas y sin futuro de finales de los ochenta y principios de los noventas, las que vibraban con Breat Easton Ellis y Nirvana. Eran burgueses, también, pero se mantenían, a la fuerza, al margen de la cultura del pelotazo ochentero, la de la especulación, el enchufismo. Así que estos jóvenes que presenta Mendoza me parecen fuera de lugar, sin pretensiones, sin vitalidad, escrita con inercia y flojera, con el buen saber narrativo del escritor pero sin la fuerza de otras de sus novelas.
Hace poco comentaba mi desazón ante la maldad en el mundo, ante los especuladores. Confieso que la maldad y la locura son dos de mis temas favoritos. Después de recordar El tercer hombre comienzo a leer la última novela de la Grandes, porque siempre es bueno recodar qué es escribir bien.