16 de noviembre de 2008

Gomorra

Con la publicidad que está teniendo la película la espectativa al verla fue grande, como podéis imaginar. Y el resultado ha sido escalofriante. Rodada al puro estilo italiano, no como película de acción de mafiosos, sino siguiendo a varios personajes como si de una película social se tratase. Seguimos a dos chavales que intentan emular a Toni Montana; a un costurero de ropa (de imitación, supongo, aunque no es explícito) de alta costura; a un chico de los recados que se termina metiendo en el engranaje; a un chaval en su primer trabajo, que resulta ser tan delictivo y destructivo como todo en esta película, pesimista, claustrofóbica, la mayoría de las escenas transcurren en lugares cerrados, con poca luz, dentro de un edificio de viviendas de hormigón. Y como la realidad es tan compleja la película deja fuera lo que creo que sí aparece en el libro, dónde va todo ese dinero, quién gana con tanta muerte. Porque lo que percibimos en la película son seres que nunca van a escapar de la miseria en la que viven, no se nos muestran las mansiones de lujo ni el éxito, sino las bases en las que están asentadas, la pobreza de un barrio de Nápoles. Supongo que es más interesante, como hablar de las favelas en Río.
En un artículo de El País, Vargas Llosa opina que no es el capitalismo quien produce este submundo, que se aprovecha del sistema para enriquecerse, sino la propia Italia la que está podrida. Creo que Vargas Llosa tiene demasiada fe en el capitalismo. Porque algunas de las actividades de la Camorra son delictivas, como la venta de droga o el contrabando de armas, pero se entrecruzan con actividades permitivas ante un gobierno laxo, como el desecho de productos tóxicos. Y desde luego la Camorra tiene asumido sus actividades y los riesgos que conllevan, dan orden directa de pegar un tiro a quien sea. Hay otras empresas que tienen mejor nombre, gastan más en márketin, que se dedican a montar fábricas en países donde la producción es más barata porque no pagan los mismos salarios que en su país, ya sean de ropa deportiva o de coches; grupos financieros que presionan a los gobiernos para fomentar el despido libre y aumentar las ganacias de unos pocos (aunque los despidos supongan un disparo en la frente no a una persona, sino a una familia entera); grupos de poder que promueven guerras para justificarse... estos delitos que no están tan perseguidos.
Sin duda, algo huele mal en Dinamarka...

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