30 de noviembre de 2008

Saber perder. David Trueba

Cuatro personajes relacionados entre sí, no deja de ser una estructura que ya hemos visto en muchas ocasiones, en cine y en novelas también. A estas alturas lo imprescindible no es la originalidad, sino el saber contar historias y, en eso, Trueba se está afianzando como un buen narrador, emotivo, que sabe profundizar en los problemas, en los dobleces de sus personajes.

Ya el título nos está marcando lo que parece que vamos a leer, historias de derrotas, de sueños no cumplidos. Pero ni la vida ni la buena literatura se queda en líneas tan bien marcadas. Esta novela, como la vida, no es tan negra como el título, ni tan positiva como el cine rosa americano nos tiene acostumbrados. Como siempre lo más fácil es contaros el argumento, nos cuenta que..., pero quiero que os entre ganas de leerla, de disfrutarla. Son cuatro personajes, una chica, su padre, su abuelo, su novio. Un hombre que se ha sido estafado por su socio y abandonado por su mujer, un hombre que al final de su vida comienza a ir de putas mientras su mujer se encuentra convaleciente, un hombre que acaba de llegar a España para triunfar en un equipo de primera división, una chica que se está conviertiendo en mujer. Se podrían definir así, o de otras muchas maneras: un asesino por desesperación, un hombre que teme a la muerte, dos jóvenes que tienen miedo de dejar de ser ellos mismo sin saber quiénes son.

En realidad, de todos ellos, me quedo con Ariel, el futbolista argentino, recién llegado a Madrid. Le veo como un pequeño quijote luchando contra molinos de viento: nadie puede ganar a lo que decide el club, que paga a la prensa, que decide si un jugador es bueno, o no, o cuánto vale, o a qué equipo conviene. Hace poco Robinho salía diciendo que se ha sentido moneda de cambio. No creo que el falte razón, porque con la prensa deportiva, como con la nacional, falta comprensión sobre quién escribe algo y porqué. La mayoría de las veces es cuestión de saber leer, no sólo juntar unas letras con otras, sino evaluar el peso que contienen. Ariel no controla en absoluto lo que pasa a su alrededor, ni las decisiones del club, ni las amistades que comparte, excepto dos o tres buenos amigos, ni en quién puede confiar, ni si se debe enamorar o no. Me emociona cada vez que se dice que ha venido hasta aquí a jugar al futbol, a dar lo mejor de sí mismo, y que tiene que abandonar todo lo demás, pero pasan los días, lo cotidiano, y se van sumando derrotas a las victorias y, sin poderlo evitar, hay partidos en los que juega sin ganas, o poco concentrado, o los compañeros no ayudan. Ariel, que bien pudiera haberse llamado Martín, porque tiene mucho de argentino pero también mucho de castellano, merece ser leído.

No hay comentarios: