7 de abril de 2009

True Blood. Allan Ball

El otro día una amigo un poco oso él me recomendaba esta serie. Y como valoro su opinión porque coincidimos en muchos de nuestros gustos, ahí que me planté en seriesyonquis.com a verla online porque no podía esperar a bajarla para ver la primera temporada entera, basada en una serie de libros escritos por Patricia Wadden, una escritora más de sagas realmente comerciales. Así que nos juntamos con un libro de éxito y un creador de series de más éxito todavía, Allan Ball es el escritor de American Beauty y de Two feet under (A dos metros bajo tierra). Las historias de vampiros siempre me han gustado, aunque en mi adolescencia no existía esa preocupación comercial por lo que leen los jóvenes y nos quedábamos con las ñoñas colecciones de Alfaguara y con la ciencia ficción para adultos. Consumíamos por igual Momo y La historia interminable, las historias de Maria Gripe, con Michael Chrichton, Stephen King o Isaac Assimov. Ahora, como con todo, hay más variedad, pero lo que termina ocurriendo es que algunos libros se convierten en fenómenos a la moda, no sé si crea lectores. De entre las innumerables historias de vampiros que han surgido desde que a Bram Stocker se le ocurriera meter a un pobre humano en el castillo del Conde Drácula vemos una clara evolución y adaptación a nuestra manera de pensar y ver la sociedad en su conjunto: de ser unos perversos asesinos a los que hay que aniquilar, a que vivan en nuestra sociedad, camuflados, o que simplemente sean otra raza a la que hay que comprender, desde que sea una metáfora sobre el mal a una reflexión sobre lo aburrido que debe de ser inmortal. Twilight supone un regreso al amor imposible, a la parte amor romántico ñoño que heredamos el XIX, un amor libresco, soñado, imposible por alguna razón, a la que además se añade el mito del príncipe azul, el tipo que nos rescata, esa especie de superman que se aleja tanto de cualquier cosa que se parezca al amor real. Lo interesante de True Blood es que no se centra en la relación entre sus protagonista, una humana y un vampiro (la doncella y superman de nuevo, ya podía haber sido al revés) sino el contexto de crímenes en un pueblo sureño, donde no sólo hay vampiros, sino que la protagonista es telépata, hay hombres que cambian su forma, y algún que otro personaje extraño (me imagino que esa es la parte que le gusta al Oso, que haya más realidades ahí fuera aparte de las que conocemos, esa parte de magia muy a lo Gayman), todo mezclado con un humor negro que no sé si aparecerá en el libro es mano de Ball. Tampoco sé si la protagonista es así en el libro o es otro guiño de humor negro, desde luego, si nadie creía que Britney Spears fuera virgen, menos aún Ana Paquin, que más bien va por la serie como una niña tonta, calentorra, pero dando leches, eso sí. De lo mejor, su banda sonora, blues sureño que me termina recordando a alguna historia de Lynch y algunos personajes, Jason Stakhouse, Laffayete o el soldado que acaba de llegar de Irak. De lo peor, su protagonista, que no hay quien la aguante y algunos problemas de verosimilitud: Laffayete trabaja por las mañanas en la obra, con el resto de los muchachos del pueblo, a la vez de cocinero en Marllote´s, a la vez está siempre en casa cuando su prima tiene problemas, maneja una página guarra de internet, trafica con drogas y se prostituye, no sé si todo en el mismo día o qué. Y de su banda sonora os dejo con la canción de arranque. A mí me dan ganas de hacer algo malo también:

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